El amor
regalo divino… decisión personal
Amamos porque
fuimos creados por amor y para amar. El amor como fuente de dadiva divina
incondicional, se nos entrega sin merecerlo. La única y exclusiva razón por la
que Jesús se encarnó, no fue para morir en la cruz y salvarnos sino para mostrarnos
el amor en su máxima expresión. Este, no es otra cosa que la gran aspiración de
desearle al prójimo el bien. El amor que Él nos demostró en su entrega es
irrepetible. Nadie entregaría su vida por salvar a un extraño, a menos que haya aceptado el
amor como una decisión.
A nosotros
como humanos nos cuesta trabajo amar desinteresadamente
y es aquí cuando el amor se convierte en una decisión personal.
Somos nosotros
los que tomamos con nuestras acciones la decisión de reducir el amor a puro sentimentalismo. Lo llamamos
sentimiento y por lo tanto este se hace pasajero. Al convertir al amor en un
sentimiento nos movemos por lo que sentimos en el momento o de acuerdo a las circunstancias.
Le damos a este mayor o menor valor si las personas a quienes decimos amar
hacen o dejan de hacer algo para “merecer” nuestro amor, o a si estamos de buenas, o a si me ha ido bien ese día. Y aunque no lo
creamos, algunas veces depende hasta de si despertamos de buenas, o como dirían por ahí
“con el pie derecho”.
Somos nosotros
los que le damos el valor al amor de decisión. Decidimos amar a pesar de
cualquier circunstancia y bajo cualquier circunstancia y bajo las cuales mi prójimo no necesita estar
de mi lado o hacer algo por mí para que yo lo ame. Una vez que se toma al amor
como tal, ya no habrá nada que nos haga que dejemos de amar. Y esta decisión no solo me hace amar a mi
pareja, a mis hijos, a mis vecinos y
amigos sino a todo el que cruce mi camino.
Así pues,
yo decido amar. Amo con al amor que más se asemeja al de Dios: amor de madre. Para
una madre, nunca habrá nada que un hijo haga para que ella lo deje de amar con
un amor desinteresado y sin límites. Llegando esta al extremo de entregar su
vida por un hijo. Así sea dedicándole la vida a su cuidado y crecimiento con un
amor sacrificado, o cuando nace un hijo enfermo o limitado, o ya sea entregándole
la vida a cambio de la suya en el momento de su nacimiento. Una madre corrige por que ama, una madre guía porque
ama, una madre acaricia porque ama, una madre consuela porque ama, una madre
aconseja porque ama, una madre apoya porque ama. Así amo desde el día que comprendí que el
amor no es un sentimiento sino una decisión. Y esta decisión de amar
abarca a todas las personas que conozco por nombre y apellido y a todas las que
asemejan al rostros de Jesús: al más pequeño,
al más necesitado, al más olvidado, al mas errado...te amo...
Decídete a
amar! Un día alguien decidió a amarte.
DECIDIRSE NO DUELE...UNQUE SI TOMA TIEMPO..
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